sábado, 8 de enero de 2011

SEQUEROS: TRADICIONES NAVIDEÑAS

Uno de los grandes placeres que nos proporciona el viajar, deriva del descubrimiento o del acercamiento a culturas que nos resultan curiosas y atractivas, por el simple hecho de diferenciarse de la nuestra, la propia de cada uno.

Es cierto, cuando viajamos a uno u otro lugar, siempre nos impacta más aquello que nos resulta diferente de lo que nosotros estamos acostumbrados a ver, a vivir…

La arquitectura, la gastronomía, las expresiones artísticas y culturales, las costumbres…todo aquello que conforma la identidad de un lugar, de un pueblo, aquello que lo hace especial, distinto a los demás, eso, eso es lo que nos atrae, y eso es precisamente  lo que desde este blog queremos poner en valor.

En estos tiempos que corren, en los que la globalización nos hace perder la identidad, y nos transforma en clones de lo que “otros” se encargan de poner como modelo a seguir, resulta un verdadero lujo encontrar lugares y personas, que valientemente intentan mantener su identidad, contra viento y marea, aún a riesgo de ser tachados de cualquier cosa.

Un buen ejemplo de gentes con coraje, con arrojo, y con sentido común, es el que encontramos en la gran mayoría de los pequeños pueblecitos que jalonan nuestra geografía, que, deseosos de mirar al futuro, sin perder sus raíces, se esfuerzan por mantener a flote sus tradiciones.

De un tiempo a esta parte, en un pequeño, pero precioso pueblo de la Sierra de Francia, en la provincia de Salamanca, llamado Sequeros, esta gente auténtica de la que hablamos, se esfuerza con más ahínco, si cabe, de lo que tradicionalmente ha venido haciendo, por mantener o recuperar una serie de tradiciones que el correr de los tiempos, tan lleno de avances y modernidades, se empeña en difuminar o extinguir.

Hablaremos en esta ocasión, de una serie de costumbres relacionadas con la Navidad.

Pues bien, es tradición que el día después del de Navidad, el 26 de Diciembre, se reúnan los hombres casados del pueblo, y tras lanzar un cohete que de aviso al resto de la gente, de su partida,  a ritmo de gaita y tamboril, recorran las calles del pueblo, para recoger de manos de todo aquel que quiera participar de la fiesta, unas monedas.
Es lo que se llama el “Peditorio de casados”.

Los hombres van en fila, recorriendo las calles. En las puerta de las casas, la gente les espera con unas monedas para cada uno de ellos. El último de la fila recoge en una bolsa de terciopelo rojo, las aportaciones que se quieran dar a mayores.

Por último, una vez finalizado el recorrido, se hace el recuento, mientras se toman dulces típicos y se bebe la también típica “limonada”.

El día de Reyes, les toca el turno a los solteros, que tras pasar la noche cantando la “Alborada”, saldrán  por las calles en busca de unas monedas, pero esta vez a lomos de unos estupendos caballos, y de algún que otro modesto burrito.
Es lo que se conoce como “Peditorio de solteros”, o “Peditorio de Reyes”.

El mantenimiento de esta preciosa tradición, y el carácter benéfico que se le da a la recaudación obtenida en ambos actos, son dos motivos que nos hablan del verdadero espíritu de la Navidad, y de la autenticidad  y valentía de estas gentes, que se resisten al afán globalizador y consumista que impregna estas fechas.

Desde aquí, queremos animaros a que nos habléis de esas tradiciones y costumbres típicas de vuestros pueblos y ciudades, esas que os hacen únicos, que os diferencian de los demás, para, en la medida de nuestras modestas posibilidades, mostrarlas al mundo como seña distintiva de la pluralidad y de la riqueza cultural que la globalización mundial se empeña en enterrar, en pos  de sus uniformadoras aspiraciones,  y en detrimento de nuestra libertad y de nuestro derecho a crecer dentro del respeto a nuestras tradiciones, aquellas que nos han ido forjando como personas, y que nuestros antepasados nos han legando con el deseo de que participemos de ellas.

Un saludo.


 ETAVK8XDRDQ7 

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